Estimado viajero que llegas a este sitio. Encontrás aqui la totalidad de los mensajes que el Papa Juan Pablo II nos regalo en sus visitas a la Argentina. Además de sus audios (casi todos completos), fotos y material periodístico de aquellos años que registraron sus visitas. Aún no hemos terminado de transcribir todas las notas periodisticas que poseemos, por eso le recomendamos regresar en unos días para ver las novedades. Alentamos también a quienes tengan material de las visitas del Papa a que hagan lo mismo confeccionando sitios en que se recuerden permenentemente sus palabras.

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JMJ 1987 Viva Chile, Viva Argentina!!!! Viva la paz en América Latina.

Viva Chile, Viva Argentina!!!! Viva la paz en América Latina.

“Estamos agradecidos por habernos mostrado que es preferible el entendimiento al enfrentamiento”, expreso firmemente el joven chileno Patricio Prieto, al dar su testimonio junto a Ernesto Paneli. Ambos agradecieron la mediación del Sumo Pontífice “en aquella terrible Navidad de 1978”, durante el acto multitudinario de la jornada Mundial de la Juventud, el sábado 11.

“Nos comprometemos –siguió diciendo Patricio- a hacer de la cordillera de los Andes, no un muro que nos separe sino un puente que nos una”. La mediación y la reciente visita a Chile constituyen “un modelo ejemplar para nuestro país, en el que aún existe y persiste la violencia a la vida, la violencia al hombre”.
Por su parte el joven argentino agradeció profundamente la intervención del Santo Padre en el conflicto austral pues sin ella “tal vez no podríamos estar aquí gozando de la alegría de esta jornada mundial y de la plenitud de nuestras vidas”.


S.P.


Fuente: Juan Pablo II entre nosotros - Libro de Oro de una visita Inolvidable - Edición Extraordinaria revista Esquiú. Abril 1987 página 38.

JMJ 1987 Testimonio de Asia Por Iroko Kawasaki

Los Jóvenes asiáticos ante el Papa

Otro de los testimonios valiosos por su contenido y significación vertidos durante la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en la noche del sábado 11, fue el de la joven japonesa Iroko Kawasaki.

“Como jóvenes de este milenario y contradictorio continente de Asia –expresó- te presentamos hoy nuestras angustias y esperanzas. Muchos de nuestros pueblos sufren grandes angustias derivadas de situaciones de injusticia, de extrema pobreza, de gran materialismo, con el hambre y la desnutrición, el analfabetismo, la violencia, la opresión, la falta de libertad.

Particularmente nosotros, los jóvenes de Japón, estamos viviendo en una sociedad en constante progreso tecnológico y científico. Como jóvenes católicos queremos hacer presente el amor de Dios entre los hombres para que la Iglesia crezca en Asia cada día más. Confiamos en que, en un gesto solidario, los que vivimos en la abundancia salgamos al encuentro de los más necesitados e iluminados por Cristo construyamos una civilización basada en el amor, capaz de trascender la propia frontera”.


Fuente: Juan Pablo II entre nosotros - Libro de Oro de una visita Inolvidable - Edición Extraordinaria revista Esquiú. Abril 1987 página 38.

JMJ 1987 La lucha del discapacitado es diaria por Aldo Monti

Palabras de Aldo Monti al Papa Juan Pablo II durante la JMJ el sábado 11 de abril de 1987
La lucha del discapacitado es diaria

“Yo estoy ante usted Santo Padre, en nombre de los discapacitados para dar testimonio de nuestras dolencias –comenzó sus palabras el joven Aldo Monti (a los 18 años por un accidente quedó paralitico, quien habló al Santo Padre durante el acto del sábado 11)- Vivimos en una sociedad que es víctima de su incapacidad de amor. Así, la cruz del discapacitado se diferencia de la de los demás por su evidencia. La cruz no es querida sino que es asumida como lo hizo Cristo. Por eso ya no pregunto: ¿por qué Señor? Sino que, buscando el sentido de mi vida, pregunto: ¿para qué Señor?, ¿que querés de mí? La lucha del discapacitado es diaria; debe luchar para superponerse a si mismo, debe luchar para superar las barreras sicológicas –propias y ajenas- barreras urbanísticas, arquitectónicas, leyes insuficientes o que no se cumplen. Todo lo cual dificulta que se desarrolle plenamente como persona.

Debe luchar para que se tome conciencia de su realidad, y que sea valorado correctamente en sus aptitudes, para participar en todos los ámbitos, ya sea el cultural, el político, el económico, el social y el religioso. Ninguna sociedad puede darse el lujo de desperdiciar capacidades humanas. La sociedad, al atender a los discapacitados, no lo hace a una parte diferenciada y ajena, sino que se atiende a sí misma. El incapacitado, es y debe ser, signo de fe, de fuerza, de alegría y esperanza, de paciencia y humanidad, aceptando la voluntad del Padre. Nosotros los jóvenes discapacitados hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Le pido a la Virgen de Luján, Nuestra Madre, nos guie y proteja cada día y a usted Santo Padre, la bendición a esta juventud que es la sangre de la Iglesia. Muchas gracias”.

Como premio a sus emocionadas palabras, Juan Pablo II descendió a saludar al joven Monti quien le entregó un tapiz confeccionado por discapacitados mentales en símbolo al aprecio que todos le tienen.


Fuente: Juan Pablo II entre nosotros - Libro de Oro de una visita Inolvidable - Edición Extraordinaria revista Esquiú. Abril 1987 página 38.

JMJ 1987 Sobre las conclusiones del Foro Internacional

Jóvenes normales Jóvenes santos

El clima festivo y alegre propio de los jóvenes reinó durante toda la Jornada Mundial de la Juventud. Los cantos y bailes, fogones y festivales organizados muchos de ellos espontáneamente en los colegios y parroquias donde fueron alojadas las delegaciones del exterior e interior del país, se combinaron perfectamente con el serio trabajo de los sectores –tales como Familia Joven, Universitarios, Discapacitados, Profesionales, etc.- y del Foro Internacional que sesionó en el teatro San Martín.

Representantes de Japón, EEUU, Canadá, Australia, Camerún, Cuba, Inglaterra, Alemania, Italia, Francia, Sudán, Chile, Venezuela, Panamá, Uruguay, México, Colombia y muchos otros países hermanos en Cristo llegaron a Buenos Aires para contribuir a la búsqueda de un espacio real de intercambio de experiencias pastorales.

“Los jóvenes necesitamos la comprensión de la Iglesia porque tenemos una constante necesidad de dar” concluyó el grupo de portugueses, franceses e italianos del Foro Internacional. Encuentro en el que todas las delegaciones estaban representadas y que fue presidido por el cardenal Eduardo Pironio, presidente del Pontificio Consejo para los Laicos. Las conclusiones del Foro serán enviadas como aporte al próximo Sínodo de Laicos a realizarse en el mes de octubre. Dichas conclusiones apuntan al compromiso esencial de los jóvenes en su realidad histórica actual. Las más aplaudidas en el acto de clausura del encuentro internacional fueron las expuestas por el grupo de españoles, portugueses, argentinos, franceses y coreanos. En él se advirtió sobre el excesivo protagonismo del clero, consignándose que la acción evangelizadora –y en referencia al compromiso juvenil- “no se concreta únicamente luciendo rostros angelicales. Es necesario alcanzar una presencia transformadora en las cuestiones de la realidad”.

También fue muy entusiasta la reacción lograda por parte del grupo de latinoamericanos y europeos al leer sus opiniones en las que se señalaron los desafíos que en este momento enfrenta la Iglesia en el mundo. Uno de ellos, el peligro de que “la Iglesia no acompañe a la juventud latinoamericana en su experiencia de vida, y se convierta en un nuevo factor de desesperanza y de desolación”.

“Queremos que los jóvenes sepan que el conflicto central en América latina –expresaron luego- es el conflicto entre la vida y la muerte. Conflicto que se expresa fundamentalmente en este grave escándalo y contradicción para el ser cristiano que es la situación de extrema pobreza y los ricos cada vez más ricos a costa de unos pobres cada vez más pobres”.

El Cardenal Eduardo Pironio –promotor de la Jornada Mundial- cerró el Foro en la mañana del sábado 11 de abril, con un resumen de las conclusiones expuestas por los grupos. Sus palabras fueron reconocidas con el aplauso reiterado de los jóvenes quienes agradecieron la línea de acción seguida en la Iglesia en estos últimos años respecto a la pastoral juvenil.

Al referirse al camino de oración y enamoramiento de Cristo que se pone de manifiesto en la juventud, especialmente de América latina, expresó el cardenal Pironio que él “insistiría en que los obispos, sacerdotes y religiosos, hagan también ese camino de oración con los jóvenes y se conviertan, no sólo en hombres y mujeres de oración sino en maestros de oración”. Y recordando las palabras de los jóvenes dijo que “la primera condición para la santidad es la normalidad: jóvenes que canten, celebren la vida y luchen para que haya una vida plena y total”. Porque “la Iglesia tiene que ser una Iglesia joven, pues en ella vive Cristo resucitado y eternamente joven”. La presencia de los jóvenes en la iglesia es dinamizadora y por eso la exigencia de que “los pastores incorporen mucho más a todos los fieles laicos y en particular a los jóvenes, no sólo en la ejecución sino en la planificación de los proyectos”.


S.P

Fuente: Juan Pablo II entre nosotros - Libro de Oro de una visita Inolvidable - Edición Extraordinaria revista Esquiú. Abril 1987 página 36.

JMJ 1987 Un nuevo sol para la juventud

Un nuevo sol para la juventud
Espléndidos y multitudinarios actos en la avenida 9 de Julio

“Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” es el lema que quedó grabado en la memoria de cientos de miles de jóvenes que, representando a todo el mundo, participaron de la tercera Jornada Mundial de la Juventud. Dos días de intensivo trabajo iniciados con una magnífica misa de inauguración en la basílica de Nuestra Señora de Luján, culminaron el domingo con la celebración de la primera misa de Ramos fuera de Roma y un esplendoroso acto, el sábado por la noche.

En ambas oportunidades Juan Pablo II dirigió un especial mensaje a los jóvenes argentinos, latinoamericanos y del mundo en medio de una multitud que, según los cálculos supero el millón, tanto el sábado como el domingo.


Bajo la lluvia y el frio


Fue el sábado una jornada fría y por momentos lluviosa que perturbó, pero no impidió, que cientos de jóvenes –de edad y espíritu- se instalaran desde muy temprano en la avenida Nueve de Julio, entre Corrientes y Santa Fe. Allí, numerosos eran los grupos que escucharon los distintos conjuntos folklóricos y religiosos que alegraron la tarde con sus cantos y danzas, hasta que alrededor de las 20:30 hizo entrada el vehículo llevando al Santo Padre. Una prolongada ovación se instaló en la fría noche y el espléndido acto, organizado por los mismos jóvenes tuvo su estruendoso comienzo con la exposición de fuegos artificiales y la entrada de la Cruz del Año Santo, cedida por el Papa a los Jóvenes del mundo.

El cardenal Eduardo Pironio, organizador de la Jornada Mundial de la Juventud, le dio la bienvenida al Santo Padre en la que expreso que “sea ésta una verdadera fiesta de amor” “un compromiso para construir la nueva sociedad del tercer milenio”

El acto central estuvo dividido en tres bloques, uno argentino, otro latinoamericano y otro mundial, tras cada uno de los cuales Juan Pablo II dirigiuó un mensaje distinto. El primero fue un diálogo entre el canto de nuestras raíces (presentado por el Martín Fierro) con el de las nuevas generaciones, acentuando valores y realidades como el dolor, la guerra, la injusticia, el amor, etc.

El segundo bloque, el latinoamericano, fue un auto-sacramental en el que a través de marionetas se representa un diálogo entre el indio Juan Diego y la Virgen de Guadalupe junto a otros santos y evangelizadores latinoamericanos. Diálogo a través del cual se refleja la realidad de los jóvenes de este continente.

Ricos testimonios de jóvenes representantes de Asia, África, Europa y Oceanía y América fueron vertidos durante el tercer bloque, luego del cual hubo varias sorpresas como el saludo fraterno de un joven chileno y otro argentino, la entrada de una luz encendida en la tumba de San Pedro y en el clima espiritual profundo que se vivió hasta y después que hubo retirado el Santo Padre. Si, fueron muchos los que se quedaron en vigilia, pese al intenso frio, esperando y rezando hasta la misa del domingo de Ramos.


Sol brillante y ramos de olivos

“¡Dejaos abrazar por el misterio pascual!” pidió el Santo Padre a los presentes en la misa de Ramos. –más de 1.500.000 fieles- celebrada en una espléndida jornada de sol que premió la espera de tantos jóvenes bajo el frio y la lluvia del día anterior. Banderas papales, argentinas y extranjeras junto a millones de ramos de olivos levantados recibieron al Vicario de Cristo y lo despidieron con un “hasta pronto”. Hasta la próxima Jornada Mundial de la Juventud. ¡¡¡Hasta siempre y gracias…!!! Gracias por tu visita y por ser noble testigo de este nuevo sol que hoy se levanta para la nueva juventud que nace hoy.


S.P.



Fuente: Juan Pablo II entre nosotros - Libro de Oro de una visita Inolvidable - Edición Extraordinaria revista Esquiú. Abril 1987 página 34 y 36.

El Papa se fue muy contento. Reportaje a Monseñor Jorge Casaretto

El Papa mostró los jóvenes un plan de vida, muy claro, en esa Jornada Mundial de la Juventud cuyo desarrollo superó mis expectativas –nos dijo Mons. Jorge Casaretto, presidente de la comisión episcopal de laicos, el pastor de la juventud argentina.

“Quiero recalcar el gran aliento esperanzador y de fortaleza que Juan pablo II dejó en los jóvenes, valores que les planteó incluso en forma explícita, pero que recojo, además, como resultante”, prosiguió en su charla con ESQUIÚ, con la sencillez y disponibilidad de siempre, en un breve aparte de su tarea permanente de aliento y guía para los dirigentes juveniles.

“Nuevamente, los llevó a tomar conciencia de que ellos son la esperanza del Papa y de la Iglesia, y en el bloque latinoamericano (en el acto del sábado) les puntualizó que eran los protagonistas de una doble esperanza: por la edad que tienen y por vivir en este continente, el de la esperanza”, prosiguió el obispo de San Isidro.

“La fortaleza también la planteó en dos órdenes: en cuanto a resistencia frente a lo que, de alguna manera, está minando las posibilidades de evangelización y, en el otro, ser fuertes para implantar el Evangelio y llevar adelante una auténtica acción misionera”.

“Si se leen los cuatro discursos de Juan Pablo II (los tres correspondientes a los bloques, del sábado, y la homilía del Domingo de Ramos) se ve, claramente, los pasos de quien decida ser constructor de la civilización del Amor”, amplió Monseñor: “Por ejemplo: ser hombres y mujeres de oración, vivir virtudes como la abnegación, la generosidad, la solidaridad. Los llama a leer atentamente la Escritura, a que la mediten y asuman una vida de gracia. Incluso los invita a la dirección espiritual. Todo un plan en el que figura –además- el desarrollo de las virtudes sociales.

-¿Qué opina de la realización de las jornadas? –preguntamos a quien integró el comité organizador, junto a monseñor Luis Villalba y dirigentes nacionales.

-Superó mis expectativas, nunca lo hubiera pensado sinceramente… y lo digo tanto por la concurrencia, porque fue numerosa y en la que se vio que los jóvenes se sintieron realmente convocados por el Papa, como por la organización. Tuvimos, sin duda, una gran gracia de Dios. Todo salió muy bien y aunque hay muchos jóvenes que lo prepararon, se necesitaba la fuerza de Dios para que todo camine así.

-¿Y en adelante Monseñor?

-Le pido a los jóvenes que se pongan en estado de reflexión sobre cuánto nos dijo el Pontífice: que mediten y profundicen, más allá del entusiasmo que, como él mismo les dijo, puede ser peligroso. Y que se lancen a trabajar en este plan pastoral que se viene desarrollando en la Iglesia respecto a la juventud y que tiene continuidad.

Luego de nuestra charla, Mons. Casaretto presidió la Eucaristía junto a cuantos contribuyeron en la realización de la Jornada Mundial, en cuya homilía comenzó por dar gracias a Dios… “”Creo, a mi entender –dijo- que fue un hecho evangelizador –no triunfalista- y el Papa se fue muy contento”.

M.N.


Fuente: Juan Pablo II entre nosotros - Libro de Oro de una visita Inolvidable - Edición Extraordinaria revista Esquiú. Abril 1987 página 34.

JMJ1987 El protagonismo de los jóvenes

Dialogo inolvidable entre el Papa y la Juventud, la juventud y el Papa

“Gracias por esta asamblea, por esta celebración” dijo el Santo Padre a los jóvenes el sábado por le noche.

La satisfacción del Santo Padre ante la realización de la Jornada Mundial de la Juventud en Buenos Aires quedó manifestada a través de varias vías. Pero más allá de los voceros o integrantes de la comitiva vaticana (“se vio al Papa con un gozo y felicidad no alcanzables en ningún momento de la gira al Cono Sur –se oyó-, está la propia manifestación del Pontífice: “muy bonita reunión” –dijo, improvisando, antes de retirarse de la 9 de Julio.

“Gracias por esta asamblea, por esta celebración”, llegamos a escuchar, mientras instaba una vez más a ser Luz de Cristo y los miles y miles de jóvenes daban paso a la alegría desbordante.

Así, cálido, conmovedor y fuerte, fue este paso del Peregrino de la Paz entre los jóvenes, en Buenos Aires. Y bueno es recordar, aunque se reitere, la satisfacción por el objetivo alcanzado ante una manifestación que, en América latina, vivió su prueba de fuego, en la primera realización fuera de Roma.

Quedó como una puerta abierta a otros continentes y países, cuyas conferencias episcopales ya formularon propuestas.

Pero es importante señalar que lo vivido en la Capital Federal, con jóvenes de todo el país y unos 10.000 extranjeros, es mucho más que una respuesta bulliciosa (y silenciosa cuando era necesario) de un montón de jóvenes.

Reiteró, por un lado, la atracción que el Vicario de Cristo concita en los jóvenes, alimentada por un testimonio fuerte de amor y predilección hacia ellos, a quienes no ahorra palabras claras, contundentes, exigentes. Les habla con el idioma y el estilo de Cristo, en la forma que ellos necesitan. Pero el éxito de la Jornada también tuvo otro eje: tal se lo había propuesto el comité ejecutivo –según declaró Gustavo Magisch, oportunamente a la prensa- la celebración se delineó en forma de diálogo entre el Papa y los jóvenes, los jóvenes y el papa. Así fue.

Ellos, además de escuchar, también testimoniaron, demostraron y pusieron en evidencia sus anhelos y angustias, sus deseos y preocupaciones…

Esta línea de participación (en la que estuvo presente la juventud de los cinco continentes a través de sus delegados) es la que se viene siguiendo en la pastoral juvenil en nuestra patria.

Solo desde esa perspectiva se comprende el éxito del Encuentro Nacional de Juventud ’85, una convocatoria a las chicas y muchachos, sobre todo de 17 a 30 años, a construir el país como “una patria de hermanos”.

Ahora el Papa los llamó, con un mandato especial, a construir una nueva civilización, asumiendo de un modo nuevo la evangelización.

Tal vez sea este, aunque no lo parezca, el momento más difícil para profundizar, concretamente, los pasos a seguir en la pastoral nacional, tan marcada en nuestra patria, en torno de hechos, acontecimientos –como el de Córdoba o éste-, fuera de los habituales.

Se trata de asumir –con redoblado entusiasmo- la continuidad de un plan evangelizador, de anuncio en todos los ambientes juveniles, sin la espectacularidad de las multitudes o los cantos, de la euforia o la presencia misma del Papa de los jóvenes, del amigo, del comunicador elocuente de la Luz y la verdad. Pero los jóvenes ya saben ser protagonistas.

Marta Noce.

Fuente: Juan Pablo II entre nosotros - Libro de Oro de una visita Inolvidable - Edición Extraordinaria revista Esquiú. Abril 1987 página 32.

Una evangelización nueva pide el Papa a nuestra Iglesia

“Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”

“Fue un llamado muy fuerte a la unidad episcopal” el que dirigió Juan Pablo II a nuestros pastores. Cerró una serie de mensajes al Pueblo de Dios en los cuales instó a emprender una evangelización “nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”; en la que los laicos tienen su lugar de importancia.


Una nueva evangelización “nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”, presentó Juan Pablo II al Pueblo de Dios, en la Argentina, como dijo a los obispos en el Celam, en Haití. En su mensaje a los agentes de pastoral, a obispos, sacerdotes, consagrados y laicos, ya sea en el Estadio de Vélez, en la nueva sede Episcopal, en Rosario o en cualquier punto del país, llamó a los bautizados a profundizar la obra evangelizadora iniciada hace casi cinco siglos en este continente.

El Pontífice quiso subrayar –como manifestó en la flamante sede-líneas “cuyos resultados no suelen verse a corto plazo, son como el grano de trigo del Evangelio, que cae en la tierra y muere, produce muchos frutos, porque lleva en si el germen de la vida de Dios”.

Lo dijo repetidamente y con distintas formas, más allá de su conmovedor testimonio, de por si elocuente. En la Catedral Metropolitana, el lunes 6 –tras la bienvenida en el aeroparque- pidió que fuéramos “piedras vivas”, “firmemente apoyadas en Jesucristo, piedra angular del edificio de la Iglesia”.

“El Evangelio es proclamado por medio de palabras vivas, de gestos de vida”, expreso en Vélez. Por eso, al plantear el deseo de reavivar “el objetivo final y grandioso de toda evangelización”, proclamó que “todos somos Cristo”, “con la alegría pascual de prolongar, cada uno según su propia vocación, la presencia, la palabra, el sacrificio y la acción salvífica de Cristo…”

Esa identidad entre la vida y el Evangelio la repitió a cada ambiente o sector ya sea rural, obrero, empresarial, el de la cultura, la familia… pero a los agentes de pastoral, reunidos en su conjunto en Vélez, planteó el viernes 11, por la mañana, el anuncio como “una urgencia apremiante, una obligación santa, así como lo confiesa el apóstol: ¡Ay de mi, si no evangelizare!.

Fue un llamado a encarnar los valores evangélicos, en la esperanza, con una “catequesis abierta al dinamismo misionero de la Iglesia –dijo relacionándolo con el próximo Congreso Nacional-, con parroquias que deben ser comunidades “misioneras y servidoras” (recordó en Viedma).

“¡Iglesia en Argentina: levántate y resplandece porque ha llegado tu luz…” –dijo toando el versículo de Isaías… “Como pido a Dios que Argentina camine en la luz de Cristo”. Y en la medida que nuestra Iglesia, y la de Latinoamérica, le sea fiel al Señor “podrá ser luz que ilumine al mundo para que camine por el sendero de la solidaridad, de la sencillez, de las virtudes humanas y cristianas que son el verdadero fundamento de la sociedad, de la familia, de la paz en los corazones”. Ser luz de Cristo: Así se lo pidió a los jóvenes en la Jornada Mundial.

En la Patagonia, en su discurso sobre la nueva evangelización, puntualizó que llevaremos a cabo la tarea evangelizadora, “sintiéndonos miembros vivos de una Iglesia que es comunión”, solo desde ella se puede “entender la vocación y misión del cristiano”, añadió.


Unidad y pluralismo episcopal

El fundamento de esa evangelización se apoya “en nuestra propia unidad de pastores, modelo y causa visible de la comunión eclesial”, dijo el Papa a los obispos, en su discurso del domingo 12.

“Fue un llamado muy fuerte a la unidad episcopal” –nos comentó un pastor- “unidad de pensamiento, de palabra, de sentimientos y de acción entre los obispos, miembros de un mismo Colegio…” prosiguió, entonces el pontífice.

Mucho se ha hablado de este tema en la Iglesia jerárquica en los últimos tiempos. Unidad que requiere “armonía en las particularidades, que las supere sin anularlas”. Y distinguió entre pluriformidad –verdadera riqueza, “es ella misma catolicidad”- y pluralismo, que el Sínodo Extraordinario de Obispos, de 1985, consideró que (fundado sobre la yuxtaposición de posiciones opuestas) “conduce a la disolución, a la destrucción, a la pérdida de la propia identidad”.

En Salta, en el acto del V centenario de la evangelización, el Maestro de la fe tuvo palabras de reconocimiento a los primeros anunciadores de la fe en nuestra patria. Lo repitió, gozosamente, en otros mensajes y reconoció en los obispos actuales su difícil tarea, destacando los “severos documentos condenando la violencia e invitando a la reconciliación” y las “abnegadas gestiones que salvaron vidas”.

A los pastores les habló también de los seminaristas y de la formación espiritual que haga de ellos hombres de Dios, enraizados “en el Espíritu de Cristo por el vigor sobrenatural de su fe…” de su formación doctrinal y pastoral. También les habló de los laicos.


Los laicos ante el desafío de hoy.

Centrado en conceptos de la “Evangelii Nuntiandi” (Pablo VI) y del Concilio Vaticano II (Apostolicam actuositatem), Juan Pablo II recordó a los laicos su deber de poner las realidades temporales “al servicio de la edificación del Reino…” Este momento de la Argentina –manifestó el Papa a los obispos- requiere “el empeño eficaz de un laicado maduro en su fe, preparado intelectual y apostólicamente para hacer frente a los desafíos de hoy”

A los seglares habló en forma directa y especial, durante la celebración de la misa en Rosario, en torno al monumento a la Bandera. Pidió a todos –tras recordar que no hay actividad humana temporal que “sea ajena a la tarea evangelizadora”- “que asumáis decididamente vuestro apostolado específico e irremplazable, en vuestra vida profesional, familiar y social, en las parroquias, a través de vuestras asociaciones, en particular la Acción Católica”.

Señaló el Papa “la necesidad de que los cónyuges cristianos vivan plenamente su matrimonio con una participación de la unión fecunda e indisoluble entre Cristo y la Iglesia, sintiéndose responsables de la educación íntegra, ante todo religiosa y moral…” Y habló del reto que “supone el campo de la justicia y de las instituciones ordenadas al bien común”.

Insistió en el papel del seglar en el campo de la educación y de una cultura “de la verdad y del bien, que pueda contribuir a una colaboración fecunda entre la verdad y la fe”

Consideró su formación y espiritualidad (a los obispos y precisó, también en su mensaje en Viedma), “un binomio inseparable para quien aspire a conducir una vida cristiana verdaderamente comprometida en la edificación y en la construcción de una sociedad más justa y fraterna”. Poco antes había pedido, enfáticamente, que nadie se sintiera tranquilo mientras hubiera “un hijo de Dios cuya dignidad humana y cristiana no sea respetada…”

Cuantas veces expuso, de variadas formas, un programa de vida para el cristiano. En Paraná, por ejemplo: “vuestra conducta debe ser tal que los demás puedan decir al veros: éste es cristiano, porque no es signo de división, porque sabe comprender, porque no es fanático, porque sabe sobreponerse a los bajos instintos, porque es trabajador sacrificado, porque manifiesta sentimientos de paz, porque ama, porque reza”.

“El futuro de la evangelización en Argentina (expresó en Salta) requiere una continua conversión a Cristo de todos los hijos de Dios que forman parte de esta Nación”. Pero una conversión que “se manifiesta en obras”.

“Habéis sido llamados –dijo a sacerdotes, religiosos y laicos, en Liniers- y cautivados por el ejemplo del amor del mismo Cristo, y también por el ejemplo de san Pablo y de tantos santos y santas, apóstoles y fundadores, para haceros débiles con los débiles, de modo que seáis “todo para todos para salvarlos a todos”.

Marta Noce.


Fuente: Juan Pablo II entre nosotros - Libro de Oro de una visita Inolvidable - Edición Extraordinaria revista Esquiú. Abril 1987 páginas 26, 28 y 30.
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Los argentinos y el Papa: contacto de fe y cariño

Pasos, voces y gestos del Peregrino en la Argentina

Miles de kilómetros recorridos; nueve provincias y la Capital Federal; hombres y mujeres de diversa extracción social, religiosa y política, que sumaron 4.000.000 de personas en todos los actos, fueron testigos de los 26 mensajes pastorales de Juan Pablo II. Así sintetizamos su histórico recorrido.

¡Bien venido. Bien venido Mensajero de la paz!”. Un canto, una sola voz, un clamor pleno de esperanza coreó al unísono esa frase, a través de toda la Argentina. Fue el testimonio de un pueblo alrededor de su pastor. El Vicario de Cristo. El sucesor de Pedro. El cálido y paternal polaco, hijo de una tierra sometida e irredenta, que volvió a nuestra patria “como humilde servidor y maestro de la fe”, tal sus palabras.

Su Santidad Juan Pablo II realizó así uno de sus más extensos periplos pastorales, desde su asunción al pontificado. Después de su presencia en Uruguay y Chile, visitó en nuestro país 9 provincias y la Capital Federal. Sumó 26 piezas oratorias, entre discursos, homilías, alocuciones, mensajes y consagraciones. Si contabilizáramos la concurrencia a los diversos actos obtendríamos como resultado la asistencia de casi 4.000.000 de personas.

Todos los temas, aún los mas conflictivos, fueron tratados en sus alocuciones. Siempre en una línea pastoral, teológica y evangélica y desestimando la opinión de grupos minúsculos que pretenden ver fantasmas donde no los hay.

Se encontró con los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos consagrados y agentes de pastoral, diplomáticos, trabajadores y sindicalistas, ruralistas e inmigrantes carenciados, enfermos, aborígenes, empresarios y representantes del mundo de la cultura.

Su gran espíritu ecuménico lo llevó a recibir a los representantes de las comunidades judía e islámica. Así como de las iglesias cristianas no católicas. Tampoco olvidó a los recluidos en las cárceles, ni omitió una referencia al pasado difícil y doloroso que tuvo la Nación.

Se alegró con los ucranios en su sede religiosa y exaltó su amor y comunión con la tierra madre, junto a sus compatriotas en la inolvidable noche del Luna Park.

Hizo propia la lengua aborigen para unirse a mapuches, guaraníes, tobas y otras razas representadas y decirles cuan cerca están de su corazón.

Repasando sus mensajes podrían extractarse varios lugares comunes de virtuoso contenido: El amor la reconciliación, la paz; la dignidad del hombre, la justicia, la evangelización, la fe, la esperanza, la unidad familiar la vida.

Todo en nombre de Dios, de su Hijo, del Espíritu de Dios. Siempre en nombre de María. La que lleva en su corazón bajo la advocación de Nuestra Señora de Czestochowa. La misma a la que consagró a todos los argentinos bajo la advocación de nuestra Santa Patrona de Luján.
Esta es una apretada síntesis de los que el pueblo argentino recibió en un fatigoso recorrido de miles de kilómetros, del Papa peregrino. Una catequesis magistral, profunda e inolvidable.

Buenos Aires: la fe, el trabajo, la empresa

La Capital Federal, dada su característica y densidad poblacional, fue testigo de los encuentros más diversos del Santo Padre. Entre ellos debe destacarse el acto en Vélez Sarfield con los consagrados y agentes de pastoral. Alrededor de 38.000 personas, entre sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, en un marco donde se entremezclaban la piedad y la euforia, escucharon con unción la homilía de Juan Pablo II. Allí se recordó que. “Todos somos de Cristo. Somos totalmente suyos por el bautismo, por la misión, por la ordenación sacerdotal, por la consagración religiosa (…) con la alegría de prolongar, cada uno según su propia vocación, la presencia, la palabra, el sacrificio y la acción salvífica de Cristo, vencedor del pecado y de la muerte”.

En lúcida exhortación el Papa exclamó: "¡Iglesia en Argentina! Levántate y resplandece, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti”.

No menos significativo fue el acto en el Mercado Central con el “Mundo del Trabajo”, Trabajadores y sindicalistas lo escucharon volver a precisar el mensaje de su encíclica “Laborem exercens”. Les recordó que el trabajo es una vocación que eleva al hombre a ser partícipe de la acción creadora de Dios. El medio que Dios le ofrece para someter la tierra. Los alentó para que superen el desánimo, la tristeza y la desesperanza ante los problemas acuciantes que enfrentan. Pidió por un esquema de producción al servicio de los valores personales y no al servicio de la simple especulación o la ganancia. Hizo mención a favor de un sindicalismo constructivo para la comunidad toda, evitando que sirva solo a los intereses políticos.

Allí enfatizó: “¿Cómo se puede quedar cruzado de brazos ante las injusticias, si la justicia es el presupuesto básico y primer fruto de la caridad? (…) se requiere de cada uno de vosotros un compromiso exigente que os lleve a decir ¡basta! A todo lo que sea una clara violación de la dignidad del trabajador.”

Por otra parte en su reunión con los empresarios les recodó el rico contenido de la Doctrina Social de la Iglesia. Elogió lo importante de esa tarea y los instó a ser magnánimos en la distribución de los beneficios. Les recordó que la Iglesia se opone a cualquier degradación de la persona y que el hombre no puede ser considerado un simple instrumento de producción.

Pidiendo por un empresariado profundamente humano, Juan Pablo II condeno: “la insaciable ser de lucro; la ganancia fácil e inmoral; la tentación del poder; las ambiciones desmedidas; el egoísmo desenfrenado; la falta de honestidad en los negocios y las injusticias hacia vuestros obreros”. Expresión que motivo prolongados aplausos del auditorio y mereció una original salida del Papa: “Muchas gracias por este aplauso. Porque no es fácil aplaudir esta clase de afirmaciones”, expreso con agudeza.

En el Teatro Colón, junto con los representantes del quehacer cultural, puntualizó el interés de la Iglesia por la cultura y la necesidad de fomentar la colaboración entre fe y ciencia, así como la necesidad de superar el vacio actual de la cultura tecnológica. De llevar al hombre hacia una excelencia verdaderamente digna de su identidad, de su ser imagen de Dios.

Elocuente testimonio juvenil

El sábado 11, por la noche (Encuentro con los jóvenes) y el Domingo de Ramos (II Jornada Mundial de la Juventud) por la mañana, difícilmente podrán borrarse de los ojos de Juan Pablo II. La avenida 9 de Julio, desde Santa Fe hasta más allá del Obelisco, albergó alrededor de un millón de jóvenes en cada jornada. Allí el único compromiso era la fe en Dios y el amor al Santo Padre. En este marco de la juventud solidaria, plena de ideales y portadora de la esperanza, el pontífice oró con ellos. Con los argentinos y con los que provenían de los cinco continentes. Escuchó con paternal cariño su clamor por un mundo más justo y menos alejado de Dios. Se alegró con sus alegrías y se turbó con sus luchas y tristezas. Les habló de América, el continente de la Esperanza y de su preocupación por los que aún no conocen a Dios. Los animó con un “¡Espero mucho de vosotros!” y les aseguró, con una expresión de total predilección que “Quiero repetiros, una vez más –como os dije desde el primer día de mi pontificado- que sois la esperanza del Papa”.

El Domingo de Ramos les expreso que los jóvenes siempre estuvieron junto a Jesús. Desde aquella entrada triunfal en Jerusalén, cuando los “pueri Hebreor um” (jóvenes hebreos) salieron a recibir con ramos de olivo. “Como si quisieran acompañarlo para siempre de manera especial, cada vez que la Iglesia celebra esta fiesta singularmente nuestra”, enfatizó. Finalizando con un “¡venid jóvenes! ¡Acercaos a Cristo, Redentor del hombre! (…) ¡Dejaos abrazar por el misterio pascual!”.


El amor conyugal, la Patria y el Evangelio.

Córdoba vivió la mayor de sus jornadas. Como si la ciudad, sus zonas de influencia, sus sierras y sus ríos se hubieran dado cita en esas 700.000 personas que albergó en Área Material Córdoba para recibirlo. Muy temprano el Santo Padre había llevado su palabra de confortación para los enfermos que lo esperaron, junto a trabajadores de la salud, en la Iglesia catedral. Eran las criaturas más queridas. Las que sufren como sufrió Cristo el dolor de la Cruz. Y para todos tuvo una palabra, un gesto, una caricia. Como reivindicando el valor del testimonio del dolor. Luego, en la Santa Misa, tuvo las expresiones más decididas a favor del amor conyugal, la defensa de la familia y la indisolubilidad matrimonial. “No la olvidéis nunca –expreso- el futuro de la humanidad se fragua en la familia”.

Luego de mencionar que no faltan signos de preocupante degradación respecto de algunos valores fundamentales del matrimonio y de la familia y de criticar a quienes se atreven a ridiculizar la idea de un compromiso fiel para toda la vida, puntualizó que “podéis estar seguros de que desgraciadamente esas personas no saben lo que es amar”. Finalizando con un “Oponeos, pues, resueltamente, con vuestra palabra y con vuestro ejemplo, a cualquier intento de menoscabar el genuino amor matrimonial y familiar”.

En el aeropuerto de Tucumán, con un calor abrazador (34 grados) y ante 100.000 personas que requerían la salvífica lluvia de camiones hidrantes para combatir los riesgos de la deshidratación, Juan Pablo II habló en Tucumán y a la Nación toda sobre el amor a la patria. Destacó el patriotismo, la libertad, la herencia cultural e histórica y la dignidad. Haciendo referencia a la nueva etapa democrática enfatizó que: “Percibía la necesidad de lograr una auténtica reconciliación entre todos los argentinos. Una mayor solidaridad; una decidida participación de todos en los proyectos comunes. ¡Es verdaderamente una tarea grande y noble la que tenéis ante vosotros!”

En Salta, el Club Hípico de Limache resultó insuficiente para albergar a las 100.000 personas que fueron a recibirlo. Entre la muchedumbre había 2.400 aborígenes llegados de diversos puntos de Salta y Formosa para expresarle su adhesión y sus preocupaciones. Allí el tema fue “V Centenario de la Evangelización”, a tan solo un lustro de los Quinientos años del descubrimiento de América.

Aquí retomó la idea del continente de la esperanza. El que más expresiones de vocación y fidelidad ha dado a la Iglesia. Recordó el mandato de evangelizar a todos los pueblos hasta el fin del mundo. Agradeció también al Pueblo de Dios en Jujuy, Orán, Cafayate y Humahuaca y a los pueblos quechua, guaraní, mapuche y tantos otros herederos de tradiciones y culturas. “Amad los valores de vuestros pueblos y hacedlos fructíferos. Amén, sobre todo, la gran riqueza que por querer divino habéis recibido: vuestra fe cristiana”, destacó. “Por eso –agregó- gracias por los cinco siglos de evangelización en América”.

El mundo rural, los pobres y la paz

En Bahía Blanca 130.000 fieles compartieron la misa en el Cristo del Camino. En la Recepción Monseñor Jorge Mayer pidió que Ceferino Namuncurá y Laura Vicuña “alcancen pronto el honor de los altares” A su vez, el Papa en su homilía se refirió a “La evangelización del mundo rural”. “A vosotros -les dijo- que unís vuestra vocación cristiana con cultivo de la tierra (…) bendigamos a Dios Creador quien, desde el principio, ha dotado a la tierra de tan variadas e incalculables riquezas”.

El Papa condenó la avaricia y el consumismo “lo cual os llevaría a perder vuestras sanas costumbres humanas y familiares, y esa hermosa virtud de los hombres de campo que es la solidaridad”.

En Viedma, ante 25.000 personas, Monseñor Miguel Hesayne le dio la bienvenida, recordando el esfuerzo de las diversas comunidades religiosas, en particular la salesiana, por evangelizar la Patagonia y el duro esfuerzo por llevar el testimonio de la Cruz. A su vez, pidió perdón porque “como Iglesia no siempre nos identificamos con el pobre, el necesitado, el perseguido”.

El Papa se refirió allí a “La nueva evangelización”. Explicitó que la Iglesia participa del amor preferencial de Cristo por los pobres, a pesar de las debilidades y de los errores en que hayan podido incurrir algunos de sus hijos. Resaltó el valor “de la dignidad humana en el actuar; aún más insidiosa que la pobreza material o las opresiones. Dignidad significa magnanimidad, apertura de corazón, querer a todos sin discriminación y perdonar a quienes os hayan ofendido (…) os pido una profunda reconciliación fraterna”. Finalmente en lengua mapuche, saludo a esa comunidad, recordando la amada memoria de Ceferino Namuncurá.

En otra etapa de su “maratón evangélica” Juan Pablo II recibió el afecto de 350.000 mendocinos y cuyanos en memorable jornada y sobresaliente recepción. En el Cruce del Cóndor; el Santo Padre se refirió a “La paz, don de Dios que se conquista cada día”. Era la penúltima etapa de un día en que había recorrido 2.289 kilómetros. En su alocución –entre la multitud había muchos chilenos- el Papa resaltó el valor de dos pueblos católicos que no titubearon en buscar su mediación, para lograr el sagrado don de la paz. Recordó a Monseñor Antonio Samoré y recordó, con san Agustín que “la paz es la tranquilidad en el orden”. Reafirmó el valor de la paz asentada en la justicia el amor a la libertad, la fortaleza y la caridad.

Los laicos, María y los inmigrantes

En Rosario, el Monumento Nacional a la Bandera fue el marco para que 120.000 personas participaran de la Santa Misa. La homilía del Santo Padre se refería a “La vocación y misión de los laicos en el mundo”. Habló de difundir el verdadero bien que es el amor y recordó la necesidad del laico en su compromiso apostólico. En la oportunidad recordó el encuentro ecuménico de Asis y solicitó que “sigáis siendo fieles a vuestra misión de apóstoles y testigos, participes en la única misión evangelizadora de la Iglesia”.

En Corrientes una lluvia torrencial no fue obstáculo para que 70.000 estoicos fieles reunidos en la Avenida Independencia, se mantuvieran a pie firme. Con los clásicos sapucay (1) portadores de festiva alegría, como marco, Juan Pablo II se refirió a la “Religiosidad popular y piedad mariana”. Puntualizó que “nuestra religiosidad popular tan rica y arraigada muestra que, en lo más hondo de vuestra conciencia, se asienta la firme convicción de que nuestra vida sólo tiene sentido si se orienta completamente hacia Dios”. Destacó, también, el valor del amor a al Virgen y dirigió sus ruegos a Nuestra Señora de Itatí.

En el Aeropuerto de Paraná, ante 300.000 personas el Papa se dirigió a “El mundo de los inmigrantes” Destaco el valor y el sacrificio de quienes, por diversos motivos, abandonan su tierra en busca de paz, pan y libertad, y encontraron en la Argentina una tierra de promoción, de brazos abiertos, como reza la Constitución, hacia todos los hombres de buena voluntad que quieran habitar vuestro suelo. Expresión que, para el caso, también valió para el Santo Padre. Pastor de buena voluntad en suelo patrio.

Manuel Abraides.


Fuente: Juan Pablo II entre nosotros - Libro de Oro de una visita Inolvidable - Edición Extraordinaria revista Esquiú. Abril 1987 páginas 18, 20, 22 y 24 .

Nota del Transcriptor:
(1) Sapucay es un tipico grito de alegria / felicidad propio de la Provincia Argentina de Corrientes. Una especie de ¡Hurra! o ¡Viva! ancestral.

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