Ante el Milenario (*)
(*) Discurso a la comunidad ucrania en la Argentina Pronunciado en la catedral ucrania de Buenos Aires el 10 de abril de 1987.
Sinopsis
Como podrá escucharse en el audio, el discurso fue pronunciado en idioma ucraniano, aquí se ofrece la traducción publicada en la Revista Esquiú como se cita en la fuente.
1 Saludo.
2. El bautismo de Vladimiro – El milenario del cristianismo en ucrania - Unidad de los cristianos.
3. Homenaje a la Virgen – 950 aniversario de la consagración a la Virgen – Coronacion del icono de la Virgen -
4. Saludo a los jóvenes
5. En un gozo común.
2. El bautismo de Vladimiro – El milenario del cristianismo en ucrania - Unidad de los cristianos.
3. Homenaje a la Virgen – 950 aniversario de la consagración a la Virgen – Coronacion del icono de la Virgen -
4. Saludo a los jóvenes
5. En un gozo común.
Queridos hermanos y hermanas en Nuestro Señor Jesucristo, amadísimos fieles ucranios de Argentina.
1. No solo para nosotros –como ha dicho vuestro obispo- sino también para mi es motivo de grande alegría el encuentro de hoy, en esta hermosa Catedral dedicada al Patrocinio de la Santísima madre de Dios, Patrona de este templo y de vuestra Eparquía en la Nación Argentina.
Mi gozo y regocijo es mayor si se considera el hecho de que mi visita tiene lugar en la víspera del gran acontecimiento que es el jubileo del Milenio del bautismo de las tierras de la vieja Rus’ de Kiev.
Este extraordinario acontecimiento, que atañe de modo directo al pueblo ucranio y a vuestra iglesia, está tan próximo que, con este encuentro, queréis dar inicio en vuestra Eparquía a las solemnidades de este Jubileo histórico.
2. El bautismo de Vladimiro
Las circunstancias del inicio de las fiestas conmemorativas se encuentran en un importante hecho histórico: el que hace exactamente mil años, en el 987, el Gran Príncipe de Kiev, Vladimiro recibió el sacramento del bautismo, tomando como nombre Basilio.
La conversión de este gran príncipe aceleró rápidamente la aceptación global del cristianismo, lo cual se dio en el año 988. Pues, como confirman unas recientes investigaciones históricas, existían ya con anterioridad algunas comunidades cristianas, tanto en la capital de Kiev como en la zona meridional de la Rus’.
Mis queridos hermanos ucranios, considero conveniente subrayar ahora que la religión cristiana fue acogida y consolidada en la Rus’ de Kiev, en la época que la Iglesia de Cristo vivía todavía la plena unión eclesial. Se podría añadir que era un cristianismo ortodoxo en la fe y, a la vez, católico en la caridad, dado que mantenía la plena comunión con la Sede Apostólica de Pedro y con toda la Iglesia. Hubo contactos directos entre Roma y Kiev, recién convertida al cristianismo. Como parece probable, en el año 988 se presentó ante el Gran Príncipe Vladimiro una misión enviada por el predecesor el papa Gregorio V con unas reliquias de los santos don del Papa al nuevo gobernante cristiano de Europa Oriental. Análogas embajadas se dieron de modo recíproco a lo largo de los años sucesivos.
El doloroso y adverso proceso de superación progresiva entre las Iglesias de Roma y Constantinopla tuvo su reflejo y su efecto sólo más tarde en la Iglesia de Kiev. Entre el cristianismo de Occidente y el Constantinopolitano, desde un punto de vista global, tal vez sea más apropiado hablar de una “separación de hecho” que una “ruptura formal”. De todas maneras, se puede afirmar que esta ruptura no existió nunca entre Roma y Kiev.
La plena comunión vivida anteriormente se difundió progresivamente, a causa de las débiles relaciones existentes, debidas a diversos factores políticos. Sin embargo, la nostalgia de aquella comunión, más profunda en los territorios más a contacto con el mundo latino, llevó es sabido por todos, a proclamar a una parte del pueblo en Brest la unión con la Sede de Roma.
En el marco de esta unión, en medio de dificultades reales e incomprensiones, se manifestó en aquel tiempo, y bajo aquella forma concreta, el anhelo inextinguible por recomponer la unidad plena.
También en nuestros días, según las modalidades nuevas que el Espíritu Santo nos manifiesta, buscamos con energía creciente el camino para llegar a la unión. Este empeño, amadísimos hermanos de la Iglesia Católica Ucrania, no puede dejar indiferentes a vosotros, que lleváis en vuestro ser la vocación ecuménica marcada por el estigma del dolor.
Al inicio de las solemnidades de este Milenario me complace dirigirme a todos los hermanos, tanto católicos como ortodoxos, que moran en este país, los cuales deben precisamente el origen de su fe a estos hechos recordados ahora. Queridos hermanos, al reflexionar sobre el origen común de vuestra historia y de vuestra fe –el bautismo de vuestro común padre Vladimiro-, os invito a avivar por el bien de la Iglesia la nostalgia de la unidad. Buscad con entusiasmo aquella unidad recibida como don por vuestros antepasados, hace ahora mil años, gracias al maravilloso hecho del autismo en las aguas del Dniéper.
3. Homenaje a la Virgen.
El segundo acontecimiento gozoso, queridos hermanos y hermanas, que quiero recordar en el transcurso de este encuentro, es el novecientos cincuenta aniversario de la consagración de Kiev y de la Rus’ a la protección de la Santísima Virgen “Auxilio de los cristianos”, que hizo el Gran Príncipe Jaroslav Madryj, el año 1037.
El mejor modo de poner de relieve ahora en vuestra Eparquía un aniversario, tan lleno de recuerdos, de la historia de Ucrania, es la coronación hodierna (1) de bellísimo ícono de la Virgen Santísima que preside en el santuario de vuestra Catedral. Esta coronación se lleva a cabo, cuando se cumplen el nonagésimo aniversario de la emigración ucrania a Argentina y el vigésimo quinto aniversario de vuestra Eparquía. Me es muy grato realizar hoy este acto de amor y reconocimiento a la Virgen Santísima por la protección tenida sobre vosotros a lo largo de todo este tiempo de vida de vuestra comunidad ucrania en tierras argentinas. Lo hago con profundo amor a la Madre de Dios y en esta circunstancia confío todos vosotros a su protección materna.
4. Saludo a los jóvenes
No quisiera finalizar estas palabras sin antes dirigir un saludo especial a vosotros jóvenes ucranios, que tan numerosos habéis venido a este encuentro histórico con el Papa, que supone el comienzo de las fiestas del jubileo del Milenario de las tierras de la Rus’ de Kiev.
Queridos jóvenes, os guardo con particular predilección, ya que sois el futuro de la Iglesia y de la sociedad. No olvidéis que la Divina Providencia os llama a una participación activa en la edificación del segundo Milenio de la historia cristiana de vuestro Pueblo. ¡Abrid vuestra mente y vuestro corazón a Cristo! ¡Ofreceos a su servicio así como al de la Iglesia! En esta hospitalaria tierra argentina caminad siempre unidos, siguiendo las orientaciones del Concilio Vaticano II, para conseguir acercaros cada día más, tras la huella de ese movimiento que el Espíritu Santo impulsa en todas las Iglesias a la plena unión en el Señor con todos nuestros hermanos ortodoxos.
5. En un gozo común.
Al dirigirme ahora a vosotros pastores y fieles de Rito latino y de otros Ritos orientales en Argentina, quiero invitaros a abrazar conmigo, con afecto fraterno, a la Comunidad católica ucrania para que ella sienta, en esta feliz ocasión de las fiestas del Milenario, que toda la Iglesia Católica participa de su gozo y su sufrimiento.
En prenda de las gracias más escogidas de Dios y de la protección de María Santísima sobre cada uno de vosotros, acoged, queridos hermanos ucranios, mi bendición, que extiendo de corazón a los fieles de esta Eparquía, diseminados a lo largo y ancho del país, así como a vuestros hermanos que viven en la diáspora o en la patria de origen. Que esta bendición Apostólica os acompañe en vuestras fiestas conmemorativas del Milenario, con la certeza de que darán a la Iglesia abundantes frutos de santidad cristiana y numerosas vocaciones sacerdotales y religiosas.
Nota:
(1) 1. adj. Perteneciente o relativo al día de hoy o al tiempo presente. 2. Moderno, actual.
Fuente: Juan Pablo II entre nosotros - Libro de Oro de una visita Inolvidable - Edición Extraordinaria revista Esquiú. Abril 1987 páginas 160 y 162.
Bendicion apostolica a la comunidad ucrania en la Argentina
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